Las mujeres enfrentan retos personales y sociales para lograr serlo; cinco de ellas cuentan lo que tuvieron que hacer: desde confiar en ellas mismas, hasta escaparse de su casa para estudiar.
El estudio “Draw-a-scientist” –“Dibuja un científico”– surgió en 1983 y durante su aplicación se invita a un grupo de niñas y niños a dibujar lo que entienden por una figura que hace ciencia. La prueba se ha llevado a cabo en diversas naciones y gracias a ella se han podido identificar una serie de indicadores sociales sobre cómo distintos grupos de edades y géneros ven el quehacer científico.
“Prácticamente en todas las edades y en todos los países del mundo, la representación de la gente que hace ciencia es la de un hombre y sobre todo un hombre blanco. Es rarísimo que aparezca la figura femenina”, recordó María Emilia Beyer, directora de Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM.
La experta participó en la organización de la aplicación de la prueba en México, en la que se hicieron mil exámenes en escuelas de Ciudad de México, Estado de México y Puebla.
Prácticamente en todas las edades y en todos los países del mundo la representación de la gente que hace ciencia es la de un hombre y sobre todo un hombre blanco”
María Emilia Beyer
Directora de Universum
“Encontramos que apenas en 7 por ciento de todos los dibujos se representaba la figura femenina. En el ámbito rural de Puebla fue donde, si acaso, encontramos más representación de mujeres porque la identificaban en las campañas de vacunación con las enfermeras, que iban a sus poblados como científicas, porque traen la bata. Ese tipo de cotidianeidad les permitía a ellas pensar: ‘sí hay científicas que se mueven, que no están en un laboratorio y que llegan a mi comunidad”, subrayó Beyer.
De las mil encuestas, sólo se encontraron 3 dibujos de niñas que se habían dibujado a sí mismas como científicas y, al entrevistarlas, se descubrió que fue porque tenían un referente femenino cerca de ellas que las motivaba, por lo que tenían muy presente la figura de una mujer.
Experiencias
Gaceta UNAM entrevistó a 5 científicas para conocer los retos a los que se enfrentaron para lograr incursionar en el ámbito de la ciencia:
María Emilia Beyer, bióloga y directora de Universum.- “Para lograr ser científica me enfrenté a mis propias dudas, aunado al momento en que como mujer joven te llega la maternidad. Estudié biología, en la licenciatura no me pasó algo que sintiera muy complicado; sin embargo, sí es cierto que ya en la práctica profesional es difícil llegar a los puestos en los que tú puedes, por ejemplo, ser el líder de un proyecto y a los puestos en los que puedes destacar o tomar decisiones [como mujer]. Hay pocas líderes de laboratorio y pocas líderes de proyecto, y entonces cuando vienen las posibilidades de elegir, quienes deciden mayoritariamente son varones. La visión femenina queda un tanto escondida. Quiero decirles a las niñas que si encuentran en la escuela que siempre las ponen a dibujar por la idea de que las niñas sirven para pintar bonito, no deben de quedarse solamente en ese papel. Pero si no quieren dibujar y desean ser las que están cortando con el micrótomo el tejido o las que están mirando el microscopio, exijan ese lugar, no tienen por qué quedarse siendo las que colorean.”
Ana María Beatriz Cetto, investigadora del Instituto de Física.- “Tuve la fortuna de contar con el estímulo de los adultos, padres y maestros. Si a mí me hubiera pasado que hiciera preguntas y me hubieran contestado, como dicen muchas veces, ‘ya cállate, niña, no des lata’, ‘yo no sé de esas cosas’ o ‘no me vengas con eso, estoy ocupado’, me hubiera frenado. Yo creo que es importante que sepan las niñas, pero también los papás y los maestros, que las preguntas de las niñas y los niños son válidas y que hay que escucharlas y nutrirlas. Donde me encontré con obstáculos fue más adelante, en la Universidad y en el lugar de trabajo. Empecé a notar un trato diferenciado hacia las mujeres. Para lograr ser científica no sacrifiqué nada, pero sí es cierto que tomé la decisión de no continuar mi programa de posgrado para llegar al doctorado en Estados Unidos. Tenía la invitación de Harvard y Cornell, pero aquí [en México] estaba mi pareja con la que yo quería casarme, y él no podía trasladarse allá. Es una decisión que uno toma, no sé si el hecho de ser mujer a lo mejor tuvo alguna influencia, pero no lo tomo como un sacrificio. Ha sido una decisión afortunada”
Julieta Fierro Gossman, investigadora del Instituto de Astronomía.- “Los desafíos fueron sociales básicamente; me tuve que escapar de mi casa para estudiar, mi exmarido me decía que le salía más fácil que yo me quedara en la casa que trabajar. En el ámbito académico nunca he tenido un problema de ningún estilo. En la Facultad de Ciencias los profesores me trataban bien. ¿Qué les sugiero a las niñas que les gusta la ciencia? Si les gusta, adelante, se van a despertar todos los días contentas, se van a dormir tal vez cansadas, pero felices. Ustedes van a querer tener hijos cuando son jóvenes y dedicarse a estudiar o a trabajar, y toda la estructura social no está hecha para nosotras [las mujeres]. Los programas de estudio y periodos laborales están pensados para los hombres. Lo que les recomiendo es que pidan ayuda, no estamos acostumbradas a pedirla. Yo pude hacer todo lo que hice porque mi suegra me ayudaba con los niños, y estuve en un movimiento para lograr que las mujeres investigadoras tuviéramos dinero para guarderías para los niños.”
Susana López Charretón, investigadora del Instituto de Biotecnología.- “Es un trabajo difícil, tiene su buena dosis de frustración y de dudas existenciales, de si es a lo que te quieres dedicar, pero las superó mi interés y mi diversión por la ciencia. Yo creo que como en todos los trabajos a los que te dedicas al 100 por ciento, pues sí, quizá te pierdes algo de los eventos que podrías haber asistido, pero en realidad no es que yo sienta que me he perdido de algo. Estoy casada, tengo dos hijos, tengo una familia padrísima. Tuve un apoyo increíble de mis papás. En mi generación, la mayor parte de las niñas no tenían motivo para estudiar, acababas la secundaria o la preparatoria y luego esperabas a casarte y ser ama de casa. Era la costumbre y no había mucho apoyo de las familias. En mi familia siempre tuve el apoyo de hacer, de estudiar lo que quisiera, sin limitaciones de que fuera niña o niño; entonces yo creo que más que para las niñas, para los papás de las niñas mi consejo es que apoyen mucho el llamado que tiene cada uno de sus hijos hacia su vocación.”
Carol Perelman, bióloga por la UNAM.- Para Carol Perelman dedicar su vida a la ciencia fue una decisión sencilla gracias al impulso y apoyo de su familia. “Desde pequeña sentí pasión por la ciencia, pues quería entender el por qué y cómo de todo lo que nos rodea, pero en especial, la forma en que la ciencia se relaciona y vincula con cada uno de nosotros. Uno no se puede disociar tan fácil de su contexto, ayudó que mi papá es matemático egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM y también de la Facultad de Ingeniería. Como científico y matemático siempre hubo ciencia y, más que eso, hubo pensamientos científicos en la casa. Siempre nos estimuló a mí y a mis hermanas –tengo dos– con muchas preguntas, no necesariamente buscaba las respuestas correctas, pero sí nos motivaba a hacer preguntas.” Ese interés inculcado por sus padres llevó a Perelman a dedicar su vida a la divulgación y así acercar a la mayor cantidad de personas posibles al quehacer científico. “Quería que los demás sintieran ese goce de saber y tuvieran la necesidad de tratar de comprender el mundo por medio de una metodología, mediante la sistematización de la creatividad. Estoy comprometida en democratizarla, en tratar de acercar a las personas a la ciencia y hacerla relevante”.
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