Lluvia de voces es un proyecto que llevaba en mi cabeza muchos años. El corazón del proyecto es que escuchemos a qué suena México, cómo nos decimos en el norte, en el sur, en el centro, cómo son esas 68 lenguas, que son nuestras lenguas, más el español 69”, explica Nadia López, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.

Refiere que llegó a la Ciudad de México “hablando mixteco porque para mí era lo natural, para saludar, para pedir permiso, para hacer todo en casa y en la misma comunidad. Era mal visto por la gente. Se extrañaban y decían: ‘¿qué estará hablando?’, había gente que se acercaba y me decía: ‘¿qué lengua hablas?’”.

Habla la lengua mixteca, es de Oaxaca. Había gente que hacía comentarios o gestos cuando la escuchaban hablar. “Me di cuenta que en México, a pesar de que somos uno de los países que más lenguas originarias tiene (68 y 364 variantes), no estamos acostumbrados a escuchar nuestras lenguas”.

Cualquier mexicano debería tener una sensibilidad para reconocer distintas lenguas de México. “Yo siempre he dicho, a veces vamos en la calle y no detectamos a un hablante del náhuatl, del mixe, zapoteco, mixteco, y son lenguas que se hablan en nuestra tierra, mucho antes de que el castellano llegara aquí. Incluso yo, de mi propia lengua el mixteco, son 90 variantes. Yo puedo reconocer 5 variantes. En esa preocupación que yo tenía por saber cómo sonaban en otros lados de la tierra, cómo suena el zoque, cómo suena el mixe, el zapoteco, fue como nació lluvia de voces. Lluvia de voces lleva ese nombre porque imaginé que cada gota que cae es una lengua que podemos escuchar y que quizá la tierra está muy árida. La tierra somos todos nosotros, esas gotas son para sembrar la tierra y que germine”.

Con su celular inició el proyecto. Invitó a otros hablantes a que también enseñaran palabras, graba videos con su celular y los sube a internet. “Yo creo que alguien se puede interesar. La primera lengua que yo inicié fue la lengua purépecha de Michoacán, en específico con una niña muy cerca de El Paricutín. Hicimos un video de no más de 50 segundos sobre cómo se dice agua, tierra, maíz, tanto en purépecha como en mixteco. Se subió a Facebook. La población quiere saber cómo nos escuchamos, esa fue la primera lengua, ya llevamos 22 lenguas. Tenemos ya un canal de YouTube. Están arriba de mi canal, el proyecto se llama Lluvia de voces.

Cada que encuentra un hablante le pide ayuda. “Comparte un poco de tu lengua que también es tu pensamiento y yo comparto un poco de mi lengua que es mi mundo y mi forma de ver la vida”.

Lluvia de voces busca que las personas escuchen las lenguas de México, que se interesen en aprenderlas, que sepan que podemos decir maíz de 68 formas distintas.

Señala que la madre del racismo y la discriminación es el desconocimiento. Si seguimos desconociendo nuestras lenguas y pueblos el racismo crecerá. Lo importante es hablar las lenguas, lo importante es que los hablantes sepan que su lengua es digna y que toda la violencia y discriminación que se ha vivido la podemos combatir hablando nuestras lenguas. Hablar nuestra lengua es un acto político, sobre todo por los años de exclusión que ha habido sobre las lenguas. Hablarla es un acto de resistencia, no queremos que desaparezcan.

Indica que ningún niño nace discriminando, ningún niño nace diciendo: esa lengua es de indios, esa lengua no la quiero aprender, lo escuchó de algún adulto. Lo aprendió y creció reproduciendo ese discurso a tal grado que es una bola de nieve que no se detiene. “Por eso me interesa trabajar con niñas y niños porque es una edad en la que se están formando su concepción de mundo, no hay prejuicios todavía”.

Precisa que en la medida que un adulto tenga una conciencia de un México de muchas lenguas, de muchas voces, de muchos pensamientos puede contagiar a su familia, a su colonia. “Si nos cansamos ya perdimos, todos los días están muriendo variantes lingüísticas. No es un proyecto mío, es un proyecto de todos. Cuando vean un video de lluvia de voces compártanlo, no sabemos a quién va a llegar, es como una flecha que tiramos, algo va a tocar”. Muchos hablantes ancianos se sorprenden de que muchos niños y jóvenes están compartiendo sus lenguas.

Afirma que si dejamos de hablar nuestra lengua, si dejamos de compartirla la población no se enterará de que a 14 horas de aquí hay una comunidad donde se hacen rezos de lluvia, en la que todavía se hacen plegarias por agradecimiento. “Todavía tenemos los pregoneros, son aquellos que hacen los recitales en una boda, por ejemplo, o en un velorio. Los proyectos que tienen que ver con pueblos originarios, con lengua, con revitalización únicamente funcionan cuando la comunidad se suma”.

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