Karina Canseco/Diana Rojas. Fuente UNAM GLOBAL

La escritora, traductora, ensayista, tuitera y profesora emérita por la UNAM, Margo Glantz Shapiro, cumple 90 años de vida y en el marco de la 40 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) —realizada de manera virtual por la pandemia­—, recibió mucha ¡Azúcar a Margo!

Integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, ha sido reconocida con el Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2004 y con el Premio FIL 2010, entre otros.

“Mientras yo tenga algo que decir por escrito estoy viva, estoy viva siempre”. Mi cuerpo ha ido perdiendo poco a poco su lozanía, su esplendor, su belleza, pero sigo escribiendo, tengo vitalidad renovada y la ejerzo en la lectura y en la escritura, en las conversaciones literarias y en el encuentro con otras gentes que permiten una posibilidad de crear cosas nuevas, dijo en la celebración.

La también académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, habló de sus inicios en la escritura, del erotismo y del feminismo, del Twitter y de las conversaciones por Zoom.

Pionera en muchos aspectos

“Toda la vida he querido romper cánones, no puedo aceptar el canon quizás no soporto demasiado la autoridad y siento que la literatura tal y como la conocemos es profundamente autoritaria”, apuntó.

“Empecé a escribir cuando pensaba que lo que yo quería escribir tenía una estructura, mis  primeros libros los publiqué a cuenta de autor, pagué la impresión y fueron un triunfo para mí”, explicó Glantz Shapiro.

Para la autora de Apariciones, el cuerpo femenino está colonizado por la mirada masculina, “uno de los problemas fundamentales que ha habido en contra de la mujer es el hecho de que para ser recatada tiene que cerrar las piernas. Las piernas se abren para hacer el amor, para dar a luz o para tocar el chelo. Las mujeres que abrían las piernas eran las prostitutas, eso es clasificar el sexo como algo nefando”.

Recordó que cuando asistía a la Facultad de Filosofía y Letras en los 60 vestida con pantalón, fue acusada de transgresora por usurpar el ropaje masculino, “te van inculcando una especie de blasfemia, hay categorías de mujeres y una mujer transgresora es una ´mujer de la vida´”, pero también “me tocó la posibilidad de estar rodeada de mujeres como Elena Garro, Rosario Castellanos, Guadalupe Dueñas, Inés Arredondo y Julieta Campos, entre otras, que abrieron camino muy importante, pero al mismo tiempo estuvieron muy selladas. Por ejemplo, muy pocas mujeres estaban en Plural o Vuelta de Paz. No había mujeres en el Colegio Nacional”.

“Fui la cuarta mujer en entrar a la Academia de la Lengua, y en el discurso de entrada para ser académica de número, los requisitos de vestimenta decían hay que ir con traje sastre y corbata y no había baño para mujeres. Mucha gente dijo que era un escándalo que una persona que escribía una novela de tipo erótica (Apariciones) y además mujer, entrara a la Academia”, señaló.

Solidaria con las manifestaciones feministas, Margo Glantz acotó que “hemos sido pioneras en muchas cosas y es importante que la irrupción de lo femenino, tanto en la literatura como en la vida política y en las manifestaciones, siga avanzando porque sigue siendo un mundo muy machista que no soporta que las mujeres estemos ganando terreno. La FILO es un ejemplo de este avance y muestra la presencia femenina y la organización de las mujeres, es simbólico”.

La autora de Yo también me acuerdo y El rastro, consideró que los cuestionamientos ¿qué es literatura femenina?, y ¿qué es escribir como mujer?, son preguntas que te hacen diario y que deberían ser eliminadas.

La vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz es un tema importante para la académica, “era una escritora del siglo XVII que creaba analogías, era osada  y describía el cuerpo femenino con una desfachatez no propia de una monja”.

Sobre el Twitter y Zoom, mencionó que el primero le parece muy divertido y que el segundo es frustrante y descorporizante, pero permite otro tipo de relación, porque se dicen cosas con mayor espontaneidad que sirven para una escritura posterior.

Finalmente, sabedores de la afición de Margo Glantz por la música, los organizadores de la FILO le obsequiaron un concierto de la Banda Azul de Oaxaca. Así, en el Teatro Macedonio Alcalá se escucharon el danzón “Nereidas”, la “Pachanga Juchiteca”, “la Cumbia del mole” y “Azúcar amargo”.

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