Comprueban que se retrasa la aparición de enfermedades

Durante el proceso de aprender un nuevo idioma, el cerebro tiene el papel protagonista.

 De manera silenciosa se desarrolla una serie de conexiones neuronales que permiten su dominio, al mismo tiempo que mantiene este órgano humano ejercitado y fortalecido.

La exigencia educativa y laboral de ser bilingüe o multilingüe es propia del mundo globalizado, y no alcanzar este objetivo se vuelve para muchos un problema.

Sin embargo, gracias a muchos estudios médico que arrojan buenos resultados en quienes aceptan el reto, es también un buen motivo para iniciar la aventura de aprender.

Amplia red

“Aprender nuevos idiomas mejora la reserva de conocimiento y la plasticidad cerebral, las habilidades verbales, la velocidad de procesamiento mental y la flexibilidad cognitiva, lo cual repercute en una mayor eficiencia de las funciones ejecutivas y capacidad de análisis”, sostuvo Felipe Vega Boada, neurólogo y académico del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante el proceso de aprendizaje, explica, se estimula la mayor actividad de las áreas neuronales, lo que fortalece al cerebro y favorece el crecimiento de la corteza y de la sustancia blanca, situación que mejora las interconexiones y el funcionamiento. Este proceso le permite ampliar la red de interconexiones.

Pero los beneficios no terminan ahí, precisa que en pacientes de la India y Europa (Bélgica e Inglaterra), se ha demostrado que la aparición de enfermedades como el Alzheimer, la demencia frontotemporal y la demencia vascular se pueden retrasar de cuatro a seis años en pacientes bilingües comparados con pacientes monolingües.

Quienes hablan más de dos idiomas “tienen mayor capacidad y habilidad para la resolución de problemas comparados con los monolingües o bilingües, debido a que mejoran las interconexiones hemisféricas agilizando las funciones ejecutivas y analíticas del pensamiento, esto les permite concentrarse y memorizar mejor”.

En este sentido, aprender una lengua implica modificaciones anatómicas en el cerebro, precisamente en áreas cerebrales que son utilizadas, crecen más y se hacen más fuertes, gracias a la neuroplasticidad, capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno, según el estudio: Neuroplasticity as a function of second language learning: Anatomical changes in the human brain.

Una teoría reciente en, The Now-or-Never bottleneck: A fundamental constraint on language, desarrollada por los psicólogos Morten Christiansen y Nick Chater, señala que el cerebro procesa las entradas lingüísticas de inmediato o nunca para que no se sobrescriban. Un fenómeno que no se limita al aprendizaje de idiomas se relaciona con otras actividades.

Toda esta información llevará en un futuro a desarrollar mejores estrategias de aprendizaje. A elaborar un plan a medida para aprender inglés, es decir, a partir de un escaneo del cerebro, esto podría revelar quién está más inclinado a aprender un segundo idioma.

El almacén

Con el tiempo, los científicos también descubrieron que la capacidad de una persona para utilizar su idioma materno se encuentra en el hemisferio izquierdo del cerebro en más del 90 por ciento de los casos. 

Las partes principales del cerebro involucradas en los procesos del lenguaje son el área de Broca, ubicada en el lóbulo frontal izquierdo, que es el responsable de la producción y articulación del habla, y el área de Wernicke, situada en el lóbulo temporal izquierdo y vinculada al desarrollo y la comprensión del lenguaje, explican. 

Además, agregaron, se ha descubierto que el aprendizaje es un procedimiento complejo que precisa del intercambio de información entre ambos lados del cerebro. 

Otro estudio realizado en el Memorial Sloan-Kettering Center de Nueva York, practicado a 12 voluntarios bilingües reveló que, cuando los niños aprendían un segundo idioma de pequeños, éste se almacenaba junto a su idioma nativo, mientras que, en el caso de los adultos, se guardaba en una zona diferente del cerebro. 

Esto sugiere que el cerebro aloja los idiomas en diferentes lugares en función de la edad a la que se haya aprendido.

Para Andrea Moro, del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Pavia, Italia, subrayó que, a diferencia de ejercicios de gimnasia mental, el aprendizaje de una nueva lengua implica un fenómeno complejo.

Pues, como dijo el cineasta italiano, Federico Fellini “un idioma diferente es una visión diferente de la vida”.

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